"¡Que suerte tengo de ser Guacamayo! ¡Que hermosas y coloridas son todas mis plumas!"
Y tenía razón en decir esto porque sus plumas rojas recordaban el cielo ardiente del amanecer, las azules, la calma del mar en una medianoche de verano; y las amarillas se parecían a las llamas que se desprenden las fogatas de los hombres.
De pronto el Guacamayo exclamó:
"¡Soy todo un poema!" Esta ultima frase despertó al topo que salió de una inmensa carcajada que descubrió su escondite.
EL guacamayo sobresaltado preguntó:
"¿Quién anda ahí? ¿Quién osa interrumpirme con una risa tan desagradable?" -Soy yo, el topo - respondió el pobre, aguantado la risa como podía:
"-NO quise ofenderte. Yo no veo bien a mis años, pero creo que tu belleza es realmente deslumbrante como todos en la selva lo afirman. Me lo dijo el oso, me lo aseguró el tigre, y me lo repitió el mono. Los que nunca me hablaron de tu hermosura son curiosamente los demás guacamayos."
"Es muy natural" -agrego el Guacamayo. -Los que están más cerca y comparten contigo algún tipo de virtud o de mérito, no elogian los tuyos como es merecido. Quizás temen que tus cualidades puedan eclipsar las suyas. ¿Acaso viste algún topo elogiando tu sentido del humor... o de la vista, por ejemplo?
A lo que el topo responde con una risotada más estridente que la primera:
Y vos ... ,¿qué pensás?
¿Cómo era el Guacamayo? ¿Quiénes reconocían su belleza? ¿Quiénes no la reconocían? ¿Por qué creés que ocurría esto? ¿Te parece que siempre los que están a tu lado tienden a disminuir tus méritos?
Y tú crees que es verdad?
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